jueves, 13 de diciembre de 2018

LA TRANSICIÓN ESPAÑOLA (José María García de Tuñón en ¨Desde la Puerta de El Sol¨ 11/12/2018).

El pasado jueves se celebró en España el 40 aniversario de la Constitución Española, aprobada por las Cortes en sesiones plenarias del Congreso de los diputados y del Senado celebradas el 31 de octubre de 1978, ratificada por el pueblo español en referéndum de 6 de diciembre de 1978 y sancionada por el rey Juan Carlos ante las cortes el 27 de diciembre del mismo año. Este 40 aniversario fue presidido por el rey Felipe VI y su familia en la que no faltaron sus padres. «Nuestra democracia es firme y consolidada, no tiene marcha atrás», dijo el rey. La nota discordante, como siempre, la dieron los parlamentarios de Unidos Podemos que exhibieron símbolos republicanos. No asistieron los parlamentarios de Compromís, ERC, PDeCAT y PNV, pero los medios no los persiguen, informativamente hablando, como persiguen, por ejemplo, a VOX.
Al día siguiente, los medios españoles se hicieron eco de este aniversario, destacando, por encima de todo, el papel que había jugado el actual rey emérito Juan Carlos I en los días siguientes de la muerte de Franco. Sin embargo, muy pocos medios se han acordado de referirse a aquellos hombres, procedentes del franquismo, que vistieron la camisa azul, y que hicieron posible la Transición.



Varios historiadores, dicen que quien jugó un papel importante en aquellos años fue el asturiano Torcuato Fernández-Miranda, instrumento legal que permitió desmontar el régimen franquista legalmente con la aprobación de las propias Cortes, nombradas antes por el propio Franco. Había sido ministro secretario general del Movimiento (octubre 1969-enero 1974) y su discurso de despedida lo finalizó con un ¡Arriba España! Después sería quien articuló la inteligente maniobra de la Ley a la Ley, con el fin de satisfacer al rey. Primero tuvo que conseguir que Adolfo Suárez entrara en la terna, del futuro presidente que sería del Gobierno de España, como así le había pedido Juan Carlos I. Por eso aquella frase, que pasará a los anales de la historia cuando Fernández-Miranda, dijo: «Estoy en condiciones de ofrecer al rey lo que me ha pedido». Es decir, que en la terna fuera el nombre de Adolfo Suárez que también había sido ministro general del Movimiento. Dos camisas azules como ilustran este artículo y que nadie se atreverá, ahora, a llamarles «fascistas». 
El 17 de julio de 1976 el rey Juan Carlos I encargó a Suárez la formación del segundo gobierno de su reinado y el consiguiente desmontaje de las estructuras franquistas que consiguió con la ayuda de falangistas «conversos» como él, y también de liberales, democristianos, con la complicidad de fuerzas antifranquistas. El 15 de junio de 1977, se celebran elecciones generales que gana Adolfo Suárez con aquel partido que él fundó, llamado Unión de Centro Democrático y que no tardaría mucho tiempo en desaparecer porque partió de una base totalmente incongruente. 


(Torcuato Fernández Miranda. Foto: ABC)


Todavía un tercero, que nunca ha vestido la camisa azul, aunque hay varios testigos que al parecer aseguran haberle oído que a su muerte le gustaría le amortajaran con la camisa azul de Falange. Pero desconozco en este momento si sus familiares cumplieron su deseo. Me refiero a Miguel Primo de Rivera Urquijo, presidente de honor de la Fundación José Antonio Primo de Rivera, recientemente fallecido. Muchos periódicos han reconocido el papel importante que jugó en aquellos años. El diario El País, por ejemplo, en su página 43 le dedica un largo artículo que titula; «El Primo de Rivera que impulsó la democracia». El artículo está firmado por el biógrafo de José Antonio Primo de Rivera, Julio Gil Pecharromán quien comienza diciendo: «Con el fallecimiento de Miguel Primo de Rivera Urquijo (San Sebastián, 1934 – Madrid 2018) desaparece una figura clave en el impulso inicial de la transición a la democracia en nuestro país...». 


(Miguel Primo de Rivera y Urquijo)


No me toca juzgar ahora si aquellos que vistieron la camisa azul y se sintieron, en algún momento, falangistas y joseantonianos, han jugado un papel de acuerdo y consonancia con sus principios y convicciones. El tiempo y la historia dirán si han hecho bien, o todo lo contrario.

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