domingo, 27 de abril de 2014

Juan Ramón Jiménez y José Antonio Primo de Rivera (Antonio Rivero Taravillo)





Muchos han sentido atracción por la figura compleja, llena de matices, de José Antonio Primo de Rivera. En el reciente libro de entrevistas a Juan Ramón Jiménez recopilado por Soledad González RódenasPor obra del instante, el moguereño se despacha con los intelectuales del 98, a los que tacha, acusándoles de una posición poco digna, de "espinazos horizontales". Por contra, incluye entre los "espinazos verticales" a José Antonio. Puede sorprender, pero en realidad no es extraño. Como Rosa Chacel o Federico García Lorca, en otras ocasiones J.R.J. mostró su simpatía por él, por su temperamento y por su inteligencia, admiración que no necesariamente tenía que sentir, también, por el movimiento político que fundara el hijo del dictador. Así, por ejemplo, en una dedicatoria que con otras varias a Ganivet, Cajal, Costa o Besteiro pensaba incluir en Ideolojía y que se conserva en la Sala de Puerto Rico, J.R.J. escribió: "A José Antonio Primo de Rivera, frente clara, corazón entero, conciencia noble." También en 1952 escribía a Gregorio Marañón un prologuillo-dedicatoria en que incluía a José Antonio entre los aristócratas no de cuna, sino de virtud. Y ello a pesar de que no podía guardar buen recuerdo de quienes allanaron su domicilio de la calle Padilla al acabar la guerra: una de los tres que arramplaron con libros y papeles del futuro Nobel era el falangista Félix Ros, participante en la Corona de Sonetos en honor de José Antonio. Desde su exilio, Jiménez escribió una carta a Rafael Sánchez Mazas, carnet número 4 de la Falange, pidiendo su intervención para recuperar lo suyo. 
     Un detalle curioso, uno de esos azares que demuestran que el mundo es un pañuelo, es que un primo de Zenobia, el juez Federico Enjuto ("el primo Fred"), con quien J.R.J. coincidió en el exilio en Puerto Rico, fue instructor del proceso que llevaría a la condena del jefe falangista en Alicante.
     No es de la misma opinión que Jiménez el novelista Antonio Orejudo, quien en su Fabulosas narraciones por historias hace pasar por tonto al autor de Diario de un poeta recién casado a través de un personaje doblado de narrador, y por no menos cretino al fundador de la Falange, a quien de forma habitual cose un epíteto que declara su antipatía: "el repeinado José Antonio". Que a Orejudo este no le cae nada simpático lo demuestran las cuatro o cinco apariciones del marqués de Estella, a quien nos los presenta por primera vez en 1924 en una fiesta de la buena sociedad madrileña. Lo que pasa es que se le va la mano en el retrato que hace de su personaje, a quien convierte en un monigote esquemático, y por ello burdo. 
     Ayer se cumplía un aniversario más de su nacimiento. Pese a sus rasgos violentos (como los de tantos de la izquierda y la derecha de aquella época, por otra parte), pese a que el régimen de Franco lo mirificara -lo mitificara-, en lo sustancial su figura sigue resultando sugestiva. A ella se han adherido no pocos energúmenos, pero también numerosas personas idealistas, honradas, bienintencionadas. Esto es algo que, aun por lo bajini, reconocen muchos. Cierro ya la entrada con unas palabras que no son mías, sino de Rosa Chacel en Alcancía"Porque no me extraña que llegasen a matarle: estaba hecho para eso, pero que después de muerto se haya hecho el silencio sobre su caso... Era difícil y expuesto por la gran confusión en torno. Por el contrario, los gitanillos, las faldas de volantes, los toritos bravos y todo el puterío sublimado extendiendo por el mundo una España histriónica era vivificante para la cosecha de turismo. Es cierto que su simpatía por los fascismos europeos, tan macabros, le salpicó con el cieno en que ellos se enfangaron, pero leyéndole con honradez se encuentra el fondo básico de su pensamiento, que es enteramente otra cosa."

Tomado de http://fuegoconnieve.blogspot.com.es/

domingo, 13 de abril de 2014

POR EL TEDIO HACIA EL GOLPE (Rafael Sánchez Saus en Europa Sur)


(Rafael Sánchez Saus)


CURZIO Malaparte, el periodista dandi que empezó su larga vida política entrando en Roma con Mussolini para terminarla en las orillas del maoísmo, publicó en 1931 un libro de gran influencia que tomó el sugerente título de Técnica del golpe de Estado. Para Malaparte, lo esencial en un golpe es el uso de la sorpresa y la brevedad de las operaciones, de forma que, aun pudiendo ser muy violenta, se reduzca al mínimo la posible confrontación. 

Hoy casi nadie lee a Malaparte, aunque novelas como Kaputt La piel mantengan el interés, y con ello todos salimos perdiendo, los golpistas y nosotros, sus víctimas. La sedicente Asamblea Nacional Catalana ha debatido y presentado hace unos días un tocho de 600 páginas con la imaginativamente llamada "hoja de ruta" hacia la independencia, en la que todo delito se adelanta con primoroso detalle. La inflación burocrática del Estado español, antes, durante y después del golpe que le preparan se extiende al nuevo Estat ya en huevo, y si en manos de los independentistas una hoja se transforma en seiscientas, fácil es imaginar lo que espera a los sufridos catalanes a partir del 24 de abril de 2015, primer día de la nueva criatura a estimación de sus parteros. 

Quienes, desde hace ya tantos años que hemos perdido la cuenta, nos levantamos todas las mañanas y nos acostamos todas las noches con el insufrible rollo catalán, de forma que una noticia política generada en cualquier otro rincón de España se ha convertido en exótica, esperamos desde ahora con verdadera impaciencia el bendito día en que nos veamos liberados de esa sarna que pica más cuanto más rascan todos los medios de comunicación. A lo mejor el problema catalán empezaba a arreglarse si los españoles, empezando por periodistas y contertulios, nos propusiéramos no hablar de él en absoluto durante una semana. Servidor, en su modestia pero como si fuera todo un Rajoy, llevaba meses eludiéndolo en estos Envíos, y hasta algún amigo me ha hecho notar que empezaba a parecer un habitante de Marte o de alguna ínsula felizmente alejada de Barcelona. El golpe catalán al Estado de Derecho será en su día estudiado en las universidades, pero dudo que haya alumno capaz de llegar hasta el final de la lección sin sucumbir al sueño. Oceanografía del tedio llamó Eugenio D'Ors a uno de sus mejores libros. No consta que lo dedicara a Artur Mas.

Fuente: Diarios del Grupo Joly