En el centro Bobby Deglané, a la izquierda el laureado capitán falangista Palacios, combatiente de la Guerra Civil y en Rusia, héroe en el cautiverio; a la derecha el legendario Melchor Rodríguez, anarquista, Director de Seguridad por CNT en el Madrid republicano, quien durante la guerra salvó muchas vidas inocentes, arriesgando la suya propia.
He aquí una fotografía histórica donde las haya; tomada en uno de los programas que presentaba Bobby Deglané, quien aparece en el medio de los dos protagonistas. Fotografía plena de verdad, humanidad y grandeza; ejemplo por sí sola para todas las generaciones de españoles. He aquí a dos hombres, y más aún, a dos españoles de una grandeza como sólo los españoles, cuando están animados de verdadera españolidad, son capaces. He aquí a dos hombres buenos, honrados, decentes y de paz.
Y lo fueron, porque supieron serlo en las más difíciles circunstancias en que se puede encontrar un ser humano, en la guerra, que es cuando afloran al exterior las grandezas y las miserias humanas en niveles extraordinarios.
Los dos de origen humilde y hechos a sí mismos.
El de la izquierda es el capitán –en la foto ya coronel– Teodoro Palacios Cueto, falangista, soldado voluntario, alférez provisional, capitán, divisionario, prisionero durante doce años en la URSS, laureado y General.
El de la derecha es Melchor Rodríguez García, anarquista, director de prisiones, salvador de muchos del vil asesinato al que se les conducía, condenado y amnistiado, representante de seguros, más conocido como “El Ángel Rojo”.
Los dos en un momento formaron bajo banderas contrarias durante nuestra contienda 1936-39, pero ambos poseedores de esa casta que trasciende cualquier ideología, la que consigue armonizar el sístole y la diástole del corazón humano en un único movimiento vital, que impulsa a mantener la cordura en tiempos de extrema barbarie.
Melchor Rodríguez se dedicó a salvar vidas, aún a riesgo de perder la propia, durante la guerra en el bando rojo cuando fue nombrado director de prisiones, logrando detener las terribles sacas de presos de las cárceles de Madrid, la mayoría de los cuales terminaban en Paracuellos del Jarama.
Teodoro Palacios no sólo dio razón de su hidalguía, valor y humanidad durante la guerra, que comenzó de simple soldado voluntario y acabó de capitán, sino también después de ella cuando voluntario de la División Azul participó en la batalla de Krasny Bor, posiblemente la más cruenta de todas, siendo hecho prisionero, permaneciendo cautivo durante doce largos años, tiempo durante el cual asumió con una entereza, presencia de ánimo, dignidad y reciedumbre su cruelísimo destino en los campos de concentración soviéticos, más bien de exterminio, sin dar un paso ni atrás ni en falso, siendo en todo momento jefe y ejemplo para los demás prisioneros, no sólo españoles. Asimismo, no se conformó con mantenerse a la defensiva, sino que pasó a la ofensiva convirtiéndose en un verdadero quebradero de cabeza para los responsables del Gulag. Su pertinaz lucha por lograr un trato humano no excluyó, sino todo lo contrario, a los rojos españoles que también dieron con sus huesos en aquellos campos.
En las aulas españolas se tendría que impartir una asignatura que tuviera por centro ambas trayectorias humanas y españolas para ejemplo de todos, máxime a la vista de la decadencia, corrupción y estupidez en que ha caído España en las últimas décadas de “democracia y libertad”. He aquí la imagen de la verdadera reconciliación que se fraguó a base de generosidad y buena voluntad ya durante la etapa de Gobierno del Caudillo. He aquí lo que se hizo y lo que hoy han destruido los de siempre.
Fotografía testimonio incuestionable de que la verdadera hermandad entre todos los españoles –de buena fe, crianza, honradez y orgullo, no entre los descastados–, es posible y, más aún, se hizo durante la legalidad y legitimidad anterior, y por contra se ha destrozado premeditadamente durante el régimen actual.
Los héroes nos ayudan a construirnos como pueblo, como “unidad de destino en lo universal”, sólo cuando reconocemos que ellos son tan humanos como nosotros, sólo que llegado el momento sublime fueron capaces de elevarse por encima de la mediocridad, lo mismo que podemos hacer nosotros si nos dejamos animar por los principios y valores de ellos.
Francisco Bendala Ayuso (Teniente Coronel)
Fuente: https://www.hispanidadcatolica.com/2018/12/recuerdo-de-dos-heroes-para-esta-navidad-por-francisco-bendala/