Hace unos días leía algo que me llamó la atención. Era la palabra de un comentario a un artículo dedicado a la Hispanidad, cuya conmemoración se celebrará el próximo mes, fecha en que España, 12 de octubre, descubrió aquellas tierras que después tomarían el nombre de América. El comentario estaba firmado por Guiverno Hispánico y la palabra a la que me refiero no es otra que el Ausente. El autor del comentario recoge también estas palabras de José Antonio; «Nosotros, la Falange Española quiere dos cosas: Primero, una justicia social, que no se conceda regateo; una justicia social que alcance a todos, puesto que para nosotros no hay clases, ya que hasta la misma aspiración de los obreros no es aspiración de ellos únicamente, sino aspiración de España…». Es cierto que cualquiera que haya leído alguna biografía sobre el fundador de Falange se encuentra con que en ocasiones se refieren a él llamándolo así. Felipe Ximénez de Sandoval, por ejemplo, titula El Ausente a un capítulo que publica en su Biografía apasionada, donde, entre otras cosas, dice que silenciaban toda referencia a la tragedia de Alicante y que a él los primeros en asegurarle la inexactitud de la muerte del Jefe fueron dos camaradas llegados de Alicante: «uno el Jefe de Milicias de aquella ciudad, Felipe Vergel, y el otro, el ingeniero del puerto de Alicante Román Arango». Sin embargo estas palabras del biógrafo chocan a lo publicado por dos periódicos de aquella localidad: Un de ellos El Luchador que en su primera página de la edición del 18 de noviembre de 1936, y después de titular a siete columnas «¡Viva la República!», subtitula a cinco columnas: «En la Prisión provincial. El tribunal popular dio fin en la madrugada de hoy, a la vista de la causa seguida contra los hermanos Primo de Rivera. A José Antonio se le ha condenado a pena de muerte…».
El otro diario de Alicante, cuya cabecera respondía al nombre de El Día, publicaba, también el día 18, en primera página, el siguiente titular: «José Antonio Primo de Rivera condenado a muerte». Le dedicaba además un amplio comentario, en el que también escribe a sus lectores: «Los periodistas se acercaron al defensor de sí mismo y de sus hermanos. Eran periodistas de izquierdas y dialogaron brevemente del curso de los debates y de política. Ya habrán visto –dijo José Antonio– que no nos separan abismos ideológicos. Si los hombres nos conociéramos y nos habláramos, esos abismos que creemos ver, apreciaríamos que no son más que pequeños valles».
Pero lo que más llama la atención es que ninguno de los dos rotativos da en los días sucesivos, la noticia del asesinato de José Antonio. Sin embargo sí dan el día 21 la de la muerte, jamás aclarada, del anarquista Buenaventura Durruti, ocurrida en Madrid el día anterior. De todas las maneras, tampoco tiene razón Ximénez de Sandoval cuando escribe: «…todos buscábamos nerviosamente en las emisoras rojas –escuchadas en la clandestinidad– o en la prensa del Portugal hermano la confirmación tremenda o el desmentido categórico. Los rojos –como queriendo emplear con nosotros la guerra de nervios– no hablaban del asunto». Pues bien, vuelve a equivocarse el biógrafo apasionado de José Antonio porque el periódico de Madrid, Milicia Popular, diario del 5º Regimiento de milicias populares, da la noticia del fusilamiento del fundador de Falange y la publica en tercera página el 22 de noviembre de 1936, al lado de una fotografía que recoge una escena del Frente. La información la titulan: «Justicia Popular. Primo de Rivera fusilado». A continuación, escriben ese breve texto donde confirman que la sentencia fue ejecutada. Así, pues, estamos viendo que la tragedia que representó para muchos españoles el asesinato de José Antonio se publicó y muy posiblemente fuera dado por alguna emisora en manos de los rojos. Lo que es muy difícil saber es cuántos periódicos la publicaron, pero para muestra vale la que reproducimos del diario del 5º Regimiento.
(Patio -hoy demolido- de la cárcel de Alicante donde fue fusilado José Antonio)
También el socialista Indalecio Prieto, en unas páginas que dedica a José Antonio en el tomo I de sus Convulsiones de España, se refiere al fundador de Falange en una carta que escribe a un amigo suyo, donde le relata que un hermano del ministro de Justicia, Manuel Irujo, preso en Pamplona, lo excarcelaron para que fuera a entrevistarse con él y le preguntara si habían fusilado a Primo de Rivera. «Esto, según mi visitante –dice Prieto–, era convicción finísima entre los falangistas y precisamente por ello daban en llamar El Ausente a José Antonio. Mas querían corroboración oficial de mi parte, dispuestos a mantenerla en secreto. Yo desengañé al emisario, diciéndole que en el fusilamiento no hubo simulación y que la sentencia se había cumplido».
Vemos, pues, que los recuerdos históricos son parciales o partidistas y que por lo tanto no existe una memoria histórica común porque cada uno cuenta la suya. La memoria histórica es un concepto falso y confuso porque relacionar una cosa con la otra es algo inaceptable. Ningún individuo que no haya vivido aquellos años puede reivindicar la memoria histórica. Muchos que exigen esa memoria solo conocen la historia por los libros que leyeron, o repiten como papagayos lo que escucharon de otros, pero eso no es memoria histórica; aunque ahora en España parece que la única que existe es la que nos quieren imponer los partidos políticos en general y la izquierda en particular. Acogiéndose, pues, a su injustificable memoria histórica, han hecho, por ejemplo, desaparecer, del callejero, de algunas ciudades españolas, el nombre de División Azul, para sustituirlo por el de Brigadas Internacionales. ¡Qué país, Miquelarena, qué país!
(*) Historiador. Artículo publicado originalmente en el nº 91 de "Desde la Puerta del Sol"
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