domingo, 16 de febrero de 2014

Textos (recientes) para el debate

A raíz de un acto conjunto de homenaje a Matías Montero (estudiante universitario falangista asesinado por militantes socialistas), se planteaba en las redes sociales a los líderes de los grupos falangistas la siguiente reflexión "Tras multitudinario acto ayer la lectura es ¿el pasado nos une y futuro nos divide?".


(Manuel Andrino y Norberto Pico en el acto de homenaje a Matías Montero)


La única respuesta la ofreció el Jefe de Falange Española de las JONS, Norberto Pico, quien en un honesto y vertiginoso mensaje afirmaba "Nos separa la falta de proyecto político. Ese es el reto".


(Norberto Pico)


Pocos son los que recuerdan que hace unos trece años -los días 10 y 11 de noviembre de 2001- se celebró en el hotel HUSA Chamartín de Madrid un importante Congreso Nacional falangista que intentó poner las bases de un sólido intento de situar al falangismo entre las fuerzas políticas con importante respaldo social en España.

La ponencia ideológica presentada y debatida en ese Congreso, cambiaba la forma tradicional de comunicar la propuesta política falangista desde la larga lista de puntos del programa fundacional a un conjunto resumido de sólo CINCO ideas fuerzas. En planteamiento no sólo buscaba mejorar la comunicación del ideario falangista sino también ofrecer un programa político de mínimos sobre el que poder sumar a personas y colectivos que pudieran ver su ideario reflejado en los mismos principios.

Resumidamente estos fueron:

1:- En primer lugar, La Falange concibe a España como Patria integradora y solidaria (...)
2.- En segundo lugar, La Falange defiende la unidad de la Patria sobre el fundamento principal de su Justicia. (...)
3.- En tercer lugar, La Falange defenderá la participación española en el contexto internacional lejos de todo seguidismo hacia los intereses propios de cualquier potencia extranjera. (...)
4.- En cuarto lugar, La Falange defiende como principal derecho, el derecho a la vida (...)
5.- En quinto y último lugar, Falange reivindica la construcción de una sociedad civil libre y articulada en sus diferentes elementos, con capacidad y derecho de expresarse más allá del corsé impuesto por los partidos, que pueda participar vivamente y con libertad suficiente para defenderse frente a un Estado manipulado por las oligarquías de la clase política y económica (...).

A pesar de que no pocos de los que estuvieron presentes en ese acto participan hoy en la dirección de los grupos falangistas, la mayoría desconocen o han olvidado esta importante iniciativa.


(Acto promovido por Falange poco después del Congreso que se menciona)


(Intervención de Jesús López -Jefe de Falange en 2001- en el mismo acto)


Poco tiempo después, las diferentes posiciones ideológicas sobre cuestiones tales como los movimientos migratorios provocaron un fuerte disenso en las filas falangistas.

Hoy, mujeres y hombres siguen luchando con el mismo espíritu fundacional. Unos en grupos falangistas, otros desde compromisos políticos diferentes y otros desde la sociedad civil. Este texto sólo pretende rescatar iniciativas que pueden contribuir al debate .

jueves, 13 de febrero de 2014

De instituciones y banderas (Manuel Parra Celaya en diarioya.es)



Es imposible sustraerse al circo mediático que se ha producido con ocasión de la declaración de la infanta Cristina. Y no es del todo ilógico, por el deterioro que ha producido en la Institución en momentos en que su popularidad no iba precisamente en aumento. Sin embargo, lo mismo ha acontecido en otras naciones europeas que aún ostentan la monarquía en sus jefaturas de Estado y la repercusión estrictamente política ha sido nula, dejando el protagonismo a las páginas de la prensa del corazón.
 Me adelanto a expresar dos opiniones, una objetiva y otra de concreto alcance subjetivo: la primera es mi convicción de que, efectivamente, todos somos iguales ante la ley, gran conquista del primitivo liberalismo y de la que ningún Estado moderno puede volverse atrás; ello incluye, claro está, a los órganos autonómicos que se niegan a cumplir disposiciones judiciales, incurriendo en flagrante delito, sin que hasta la fecha nadie haya invocado la mencionada conquista liberal; la segunda -la subjetiva- es mi escasa querencia por la Monarquía, lo que no impide en absoluto el acatamiento de una Constitución que la sitúa como cúspide y representante de España.
 Pero me imagino que al lector le traerán al pairo mis preferencias monárquicas o no, y no es sobre lo que quería hoy escribir. El hecho es que la presencia de la infanta Cristina en los juzgados de Mallorca ha convocado, junto a la famosa pasarela y como público de primera fila del mencionado circo, a unos cuantos portadores de la enseña que adoptó la II República. Obsérvese que no digo la tontería de bandera republicana, porque el primer experimento de esta forma de gobierno mantuvo la bicolor como bandera de España; como curiosidad histórica, se puede añadir que, con ocasión del destronamiento de Isabel II en 1868, aparecieron banderas tricolores, azul, roja y amarilla, por este orden, que invocaban el lema masónico de fraternidad, sabiduría e igualdad, y algunas incluían estrellas de Hiram, en alegoría al constructor del templo de Salomón, (ver referencia en Cataluña Hispana, de Javier Barraicoa), pero no en 1873. Así que de franja inferior morada, nada de nada. 
 El hecho de que un miembro de la familia real pase por los juzgados nada tiene que ver con el anacronismo (y error político, según el general Vicente Rojo) de la bandera tricolor de aquella ocasión de España. Por si fuera poco caer en el anacronismo, algunos de sus portadores se definen como separatistas (ellos dicen independentistas, claro); lo mismo le ocurre a un vecino de mi barrio barcelonés que ostenta en su balcón la estelada (vulgo, cubana) junto a lo que fue bandera nacional española de 1931 a 1936… ¿En qué quedamos? Se puede ser monárquico o republicano -o ninguna de las dos cosas, como un servidor- pero una y otra forma siempre lo serán de España.
 Aprovechar la declaración de la infanta Cristina para sacar del museo aquella enseña es, además, una muestra de oportunismo político. Quienes lo hacen son equivalentes a los que pidieran -supuestamente- la proscripción de los sindicatos obreros ante el chanchullo de los EREs y de las mariscadas, de quienes pidieran la ilegalización de PP por el caso Bárcenas o la del PSOE por los casos Roldán o Juan Guerra. Otra cosa es que se exija que la justicia de un Estado Social y de Derecho alcance lo mismo a una infanta que a los sindicalistas trapaceros o a los políticos corruptos, sean de izquierdas o de derechas.
 Está visto que la convivencia nacional tropieza demasiadas veces con oportunistas, sinvergüenzas y corruptos, así con quienes se empeñan en retornar a períodos históricos que no se caracterizaron, precisamente por propiciarla. Como en tantas otras cosas, es un problema de educación histórica y cívica de los ciudadanos, que nunca debe confundirse con manipulación, que es a lo que estamos ya acostumbrados desde hace muchos años.
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