domingo, 24 de junio de 2018

TORCUATO FERNÁNDEZ-MIRANDA (José María García de Tuñón en el número 69 de Desde la puerta del Sol. 22 de junio de 2018)

Fue el que un día dijo que «José Antonio no fue un mártir inútil». Sin embargo, de este político que nació en Gijón en noviembre de 1915, en unas declaraciones que al diario La Nueva España hizo su mujer, Carmen Lozana, hace algunos años, ésta declaró que su marido «nunca fue falangista». Y añadía a continuación: «Yo nunca lo conocí de camisa azul».
Vamos a ver si podemos dejar en su lugar la historia de quien fue ministro secretario del Movimiento. Es posible que nunca fuera falangista si así lo dice su mujer, pero su currículo fue el que fue y nadie puede negar que el nombre del fundador de Falange lo utilizó en su beneficio político cuantas veces quiso o pudo. Aunque es cierto que de estudiante, antes de la guerra, estuvo afiliado a la CEDA, no es menos cierto que en el curso 1939-40 fue designado delegado del SEU de la Facultad de Derecho de Oviedo. En octubre de 1952, la prensa asturiana, dice: «En la mañana de ayer, sábado, y en el despacho oficial, el jefe provincial de FET y de las JONS, camarada Francisco Labadíe Otermín, ha dado posesión al camarada Torcuato Fernández-Miranda, del cargo de delegado provincial de Educación Nacional de FET y de las JONS…».



El 29 de octubre de 1970, con la presencia de Franco y el príncipe Juan Carlos, tuvo lugar un acto conmemorativo del aniversario del discurso fundacional pronunciado por José Antonio, y la prensa recogió las palabras que ese día dijo Fernández-Miranda:

José Antonio tuvo clara conciencia de la situación que le tocó vivir. Compendió de modo radical que un pueblo solo puede comprender encontrar su forma histórica si alcanza un estado que sea el instrumento eficaz y operativo de la sociedad política, de la comunidad nacional a que sirve. Tarea imposible en una sociedad sustancialmente dividida. Comprendió que la feroz división extremista entre derechas e izquierdas no era más que la expresión superficial de un más profundo problema.
José Antonio no empleó el concepto progreso porque era entonces término hecho inservible por el tópico. Pero en los términos de empresa, dinamismo histórico, acción creadora, orden nuevo, está recogida esa concepción a la que nos hemos referido. Él se negó rotundamente a formular programas. Sus palabras no pueden entenderse como programas, sino como esclarecimientos de una actitud…

El 23 de junio de 1973, tuvo lugar en Guadalajara la inauguración de un monumento a José Antonio Primo de Rivera. Entonces era Fernández-Miranda vicepresidente del Gobierno y pronunció un largo discurso que daba comienzo con estas palabras:

Venimos aquí, con sencillez y alegría a encontrarnos, una vez más con el recuerdo de José Antonio. Venimos a honrarle, a revivir aquella impaciencia de justicia que atravesaba su vida, su pensamiento y su doctrina, y que hizo de él la más alta cumbre de una juventud anhelante y ardorosa al servicio de España. Aquí está la imagen de José Antonio, en piedra y bronce, como una afirmación perenne. Pero el ser y significado de José Antonio nada tiene que ver con la piedra y el bronce. José Antonio fue, ante todo, vida, y vida sigue siendo.
José Antonio que maduró pronto para la vida y para la muerte, como una semilla, era un gran proyecto en marcha, era un puro avance. En su capacidad de proyectar y de avanzar se basaron sus ideas de renovación humana, moral, social y política. El pensamiento de José Antonio no es para contemplarlo helado en el recuerdo, como una forma abstracta e inmóvil, sino como una inacabable reflexión vital y actualizadora, como una corriente de existencia y de conciencia, como un impulso constante de modernidad… Pero ahí no acaba todo. José Antonio no fue un mártir inútil. José Antonio sigue siendo la llamada viva a un modo esencial de servir a España. Ese es el José Antonio que nos importa, el José Antonio que amamos…
Hoy aquí visto nuevamente mi entrañable camisa azul, porque rindo homenaje al hombre que configuró mi pensamiento político en los años de juventud…



Fernandez Miranda, con camisa azul, en un acto con Franco y el príncipe Juan Carlos

En cuanto a la referencia de doña Carmen Lozana de que nunca conoció a su marido de camisa azul, es muy extraño después de las palabras que acabamos de reproducir. En este artículo también podemos contemplar a Fernández-Miranda con su camisa azul (en una imagen muy mala, pero en la que se aprecia claramente lo que digo). Incluso reproducimos la portada del opúsculo, editado por Ediciones del Movimiento, del discurso en Guadalajara donde, como ya hemos citado, dice muy claro, permítaseme lo repita: «Hoy aquí visto nuevamente mi entrañable camisa azul…»: Bien es cierto que cuando tomó posesión como Ministro Secretario General del Movimiento, año 1969, juro su cargo con camisa blanca, algo que sorprendió a muchos. Pero él mismo en unas declaraciones que hizo al diario YA, sobre el por qué juró con camisa blanca, dice: «No se trata de repetir miméticamente lo que José Antonio hizo, sino plantearse en cada caso qué haría hoy José Antonio. Yo tengo la humilde petulancia de creer que del modo mejor y más garboso José Antonio, en la toma de posesión de la Secretaría General, en el año 1969, hubiera adoptado el gesto que yo adopté».






La siguiente fotografía, tomada de la hemeroteca del diario ABC muestra a Fernández-Miranda con la camisa azul falangista.



Torcuato Fernández-Miranda murió silenciosamente en Londres el 19 de junio de 1980. Tan silenciosamente como había vivido en los últimos tiempos en que se había marginado de la actividad pública de la que, en tiempos no tan lejanos, había sido actor importante de la política española.

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