martes, 6 de noviembre de 2012

El obispo y la División Azul (por Francisco Torres en diarioya.es)


(Nota de redacción: Si quiere enviar tu opinión al Sr. Obispo de Ciudad Real puede enviar un correo a obispado@diocesisciudadreal.es )

Se llama Antonio Ángel Algora, Obispo de Ciudad Real, Príncipe de la Iglesia y que, a partir de hoy, puede sumar a sus muchos méritos pastorales la felicitación, no sé si entusiasta, del Foro de la Memoria Histórica de Castilla-La Mancha -es decir un escuálido grupo de comunistas y progres beneficiarios de la subvención-, que aprecia la muestra de “sensibilidad” dada por este personaje al ordenar, porque los ruegos de un Obispo a una Hermandad son en realidad órdenes, que la Hermandad de la Virgen de las Angustias deje de portar el estandarte con el que desfila desde 1949 en el que figura el escudo de la División Azul.



Don Antonio Ángel Algora, Príncipe de la Iglesia, ha escogido conforme a su sabiduría, prudencia y no sé si a su Fe, entre la memoria de quienes, en gratitud a la Virgen por su protección, como muestra de su credo, decidieron crear esta Hermandad y la petición revanchista de quienes se consideran herederos ideológicos de quienes asesinaron a 1.642 de sus feligreses en la Ciudad Real republicana; de quienes jamás han pedido perdón por los asesinatos cometidos por la izquierda.
Don Antonio Ángel Algora, Príncipe de la Iglesia, ha olvidado o quizás simplemente lo desconozca, que aquellos hombres que a su vuelta decidieron procesionar con la Virgen de las Angustias, allá por el año 1944 y que tras adquirir la talla ni tenían dinero para confeccionar túnicas, también marcharon a la lucha por razón de su credo; que en aquellas fechas, en Carta Pastoral, se les consideró defensores de la civilización cristiana; que cuatro obispos firmaron indulgencias especiales para aquellos que cayeran en el frente; que centenares de jóvenes de la Acción Católica formaron en la División Azul simplemente por razón de su Fe y que aquellos que cayeron fueron considerados como mártires por la Acción Católica. Pero don Ángel Algora, setenta años después de los hechos, ha preferido atender la “sensibilidad” de quienes siguen considerando tanto a la Iglesia como a los católicos como su principal enemigo ideológico.

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