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domingo, 14 de julio de 2013

El gran debate: Hacia una nueva Falange ¿descamisada? (Juan Manuel Cepeda)

No por la novedad del tema que aborda pero sí por el interés que está despertando en las RRSS, reproducimos este artículo de Juan Manuel Cepeda publicado originalmente en su perfil de Facebook, luego por el portal hispaniainfo.es y difundido por la cuenta de twitter de la Fundación José Antonio, entre otros medios.

Aportamos aquí nuestra reflexión e invitamos a nuestros lectores a que aporten sus comentarios en el portal que ha acogido este artículo.

El debate sobre el uso de los símbolos históricos y la "fidelidad" ideológica no es ni desconocido para la mayoría de las corrientes ideológicas con tradición. La diferencia probablemente esté en que unas lo han conseguido resolver y otras no.

Vaya nuestro respeto a quienes sin recurrir al insulto y de manera constructiva, aportan sus opiniones. Especialmente a aquellos que lo hacen en nombre propio y a quienes, con desprendimiento y riesgo personal, encabezan las diferentes familias azules.



Texto del artículo:

En primer lugar creo obligado aclarar, en contra del criterio de otros camaradas, que la Falange no es una forma de pensamiento ni una ideología, la Falange fue el instrumento (partido político) creado por José Antonio y otros fundadores, como herramienta articuladora de la ideología NACIONAL SINDICALISTA. Por eso en mi anterior articulo afirmaba que con la muerte de José Antonio murió la Falange, únicamente como instrumento político, pero en ningún caso murió la idea.
 
El debate estratégico, que podemos denominar “de los símbolos“, ya se inició durante el franquismo, cuando camaradas como Narciso Perales, Luis González Vicent, Ceferino Maestú y otros, entendieron que para la subsistencia del ideario nacional sindicalista había que desechar toda la simbología (nombre, uniforme, banderas, himnos, etc) y procedieron a fundar grupos de ideología azul, desprovistos de todo símbolo (FNAL, FSR).
 
Del núcleo primitivo de aquellos grupos de “falangistas sin Falange”, nació en la transición la Fe de las Jons (Auténtica), que como vemos, volvió a recuperar el nombre y la practica totalidad de la simbología de la Falange de José Antonio, siendo el partido azul que mas simpatía y aceptación electoral logró conseguir, en gran parte por su no aceptación del régimen franquista entonces ya fenecido.
 
En la actualidad se plantea el mismo debate estratégico sobre la conveniencia o no de utilizar la simbología primitiva en un nuevo proyecto político, y como no podía ser de otra forma, siguen existiendo dos claras posturas, una que reivindica la aceptación y utilización plena de toda la simbología y parafernalia de los años 30 del pasado siglo, y otra alternativa que cree mas conveniente que en el siglo XXI se deseche totalmente dicha simbología.

Leer artículo completo en

http://www.hispaniainfo.es/web/2013/07/10/el-gran-debate-hacia-una-nueva-falange-descamisada/

jueves, 24 de enero de 2013

Una determinada concepción de España (Manuel Parra en hispaniainfo.es)



No hace tanto tiempo en que las alabanzas al proceso de la Transición eran unánimes. Las loas comenzaban por su motor, esto es, la figura del Monarca, y seguían con un autobombo de todas las fuerzas políticas del abanico parlamentario. Se resaltaban y amplificaban convenientemente los fervorines provenientes de otros países, especialmente cuando alguien afirmaba que era un proceso para imitar. Últimamente, sin embargo, a lo máximo que se llega esa pedir que se rescate el espíritu de la transición. Rescatar equivale a recuperar algo que se ha perdido o que está prisionero.¿Se ha perdido o alguien lo ha encerrado en las prisiones de la historia?
    Aquel proceso, como todo lo humano, tuvo sus luces y sus sombras; en mi opinión, más de lo segundo que de lo primero. Basta hacer un poco de memoria: recordemos el azote del terrorismo, especialmente el separatista-marxista de la E.T.A. (los que agitaban el árbol  para que otros, más tarde, recogieran las nueces que estamos viviendo); no olvidemos, por supuesto, la actitud de doble juego de los nacionalistas demócratas, que, mientras apoyaban las instituciones y prestaban sus votos a los partidos constitucionalistas en minoría, iban arañando conquistas y abonando el terreno para  la siembra de la disgregación, de la que ahora están recogiendo una abundante cosecha. A todo esto, los sucesivos gobiernos españoles hacían mutis por el foro ante los evidentes desafueros autonómicos,  para no incomodar a sus aliados.
   ¿La Constitución? Algo que había que prometer por imperativo legal, nada más. ¿España? Desde aquel rotundo no existe como nación, pasando por la tontería de una nación de naciones, hasta el silenciamiento más absoluto de su propio nombre sustituido por el de Estado español, viniera o no a cuento. No creo que nadie  fuera tan ingenuo como para no comprender la jugada, como para también desconocer la constante labor en el campo de la Enseñanza inoculando el virus secesionista en tres generaciones de escolares; aquí tampoco el Estado ni estaba ni se le esperaba.
    Más tarde, saldrían las rotundas afirmaciones de la nueva izquierda, el P.S.O.E. de Zapatero, reclamando una segunda transición, porque la primera se consideraba agotada. Solo el P.P. seguía aferrado a las alabanzas retrospectivas a un proceso de transición modélico.
     Vamos a dar por supuesto –que es mucho suponer- que el paso de un régimen personal y autocrático a uno democrático  fuera llevada con rectitud de intenciones por parte de todos sus protagonistas, atendiendo a la convivencia entre los españoles y al restañamiento de las heridas de la guerra civil (de la que, por otra parte, casi nadie se acordaba ya). Lo que sí parece cierto es que ya estaba previsto por el propio Franco, como se puede comprobar, por ejemplo, leyendo el diario Arriba del 1 de abril de 1969 donde se recogen unas declaraciones del Jefe de Estado en el sentido de que “Le Ley Orgánica del Estado establece los cauces para la posible alteración de los Principios Fundamentales” (que, sarcásticamente, eran permanentes e inalterables); o recuperando las declaraciones que Franco hace al general Vernon A. Walters, enviado de un preocupado Nixon“El príncipe será Rey, porque no hay alternativa. España irá lejos en el camino que desean ustedes, los ingleses y los franceses: democracia, pornografía, droga y qué sé yo”.Todo ello se puede encontrar leyendo a ese maestro de periodistas que es Enrique de Aguinaga
     También, en las mandas de su testamento, se advierte la omisión que el Caudillo hace acerca del Movimiento Nacional. Da sonrojo repasar ahora aquellas soflamas de sus jerarcas hablando de la Monarquía del 18 de julio (¡), con las que  confundían deseos con realidades; la realidad era, acaso, que el propio Franco no confiaba en su propio régimen.
Leer artículo completo en http://www.hispaniainfo.es/web/2013/01/22/una-determinada-concepcion-de-espana/