No es la primera vez que me ocupo del libro de Jesús Cotta titulado Rosas de plomo, editado en el año 2015 por la desaparecida editorial barcelonesa Stella Maris. Pero una nota, recibida recientemente, de Falange Auténtica, éstos anunciaban la presentación del libro, por su autor, en la ciudad de Alicante. Ello me hizo recordar, uno de los trabajos más sugerentes que, hasta la fecha, se habían escrito sobre la discutida amistad entre Federico García Lorca y José Antonio Primo de Rivera.
Ya el año en que fue editado, varios medios se ocuparon de este libro y ahora, hace muy poco, el medio La Tribuna de Cartagena, ha rescatado una entrevista que entonces La Tribuna del País Vasco había hecho al autor. Otros medios también recogían las palabras que Lorca había dicho al biógrafo de José Antonio, Ximénez de Sandoval, muy amigo del poeta: «Verás cómo me matan antes que a José Antonio». Y es que entre Lorca y José Antonio «hay una gran complicidad que el resto de la España de ese tiempo no entendía», decía Cotta, Éste, en otro momento, declara que en Alicante «mataron por fascista a quien nunca lo fue del todo y a quien acabó siendo, por cristiano, un antifascista, un revolucionario enemigo de la pobreza y de la guerra».
(El autor Jesús Cotta)
Cotta en su bibliografía cita mi trabajo Marciano Pedro Durruti Domingo, publicado, en el digital de la Fundación Gustavo Bueno El Catoblepas. Creo, sin embargo, que el autor de Rosas de plomo no ha entendido bien lo que escribí sobre Marciano Pedro Durruti. Dice Cotta en las páginas-368-369 de su libro: «…Marciano Pedro Durruti fue asesinado en agosto del año siguiente en León por los mismos falangistas acusado de lo que era precisamente el objetivo de José Antonio: tender la mano a anarquistas y comunistas con el fin de que en ambos bandos se reconocieran los revolucionarios como amigos y así acaudillaran una revolución nacional que diera fin a los bandos y a la guerra. Ese era el objetivo de José Antonio, el de Marciano Pedro, el de Hedilla, y, a buen seguro, era también el deseo de Federico…». Sin embargo, las palabras de Cotta, puede dar lugar a cierta confusión porque el final de Durruti no fue exactamente así. Cualquiera que las haya leído y no conozca ese trágico final del hermano de Buenaventura, piensa que un día unos falangistas, sin piedad ninguna, se lo llevaron al paredón y le descerrajaron unos cuantos tiros hasta causarle la muerte.
Es cierto que fue fusilado, pero no asesinado, porque según el diccionario de la RAE: «asesinar» es matar a alguien con premeditación, alevosía, etc. Y los falangistas que lo ejecutaron cumplían órdenes del jefe provincial de Milicias de FET y de las JONS, quien al mismo tiempo había sido oficiado por el Tribunal Militar, que lo condenó a muerte, para que designase el piquete que al mando de un oficial tendría que ejecutar la pena impuesta, y ésta se cumplió el 22 de agosto de 1937. En aquellos años desobedecer la orden de un Tribunal Militar hubiera causada la muerte de quien la incumpliera. Lo que tenía que haber hecho aquel Tribunal, era encomendar, ese injusto fusilamiento, a un pelotón de soldados y nunca, incomprensiblemente, a un pelotón de falangistas. Durruti había sido acusado de conspirar para que fuera Falange Española la que acaudillase el levantamiento contra el Gobierno del Frente Popular, en vez del Ejército. Otros hablan de su participación en la conspiración hedillista. Pero esto último es difícil de creer puesto que si a Hedilla, a pesar de sus dos penas de muerte, a las que fue condenado, no sería fusilado, ni tampoco Ruiz Castillejo, de los Santos, ni Chamorro, condenados a muerte en el mismo Consejo de Guerra que condenó a Hedilla. ¿Por qué iban a fusilar a un falangista que no tenía mayor relieve que la de ser hermano del anarquista Buenaventura? Todo es muy confuso.
(Portada de "José Antonio y los poetas" del autor de este artículo editado por la Plataforma2003)
Cita también, mi libro José Antonio y los poetas, Cotta recoge unas palabras que en el mismo reproduje del falangista Francisco Villena que escribió poco después del asesinato de Lorca y que al autor de Rosas de plomo le parecen «una bellísima elegía, sobre Federico, donde condena sin ambages a los asesinos, a quienes llama almas de metal y bolcheviques blancos, y lamenta que el imperio hubiera perdido a su mejor poeta». Al mismo tiempo cita al también falangista Luis Hurtado Álvarez que publicitó, el 28 de marzo de 1937, otro lamento en el semanario falangista Antorcha y de quien solo reproduce un corto texto obviando, entre otros, el último párrafo: «Tu cuerpo ya es silencio, silencio nulo y sombrío; pero sigues viviendo intensamente vivo, en las formas que laten y en la vida que canta: apóstol de la luz y de la risa. Andalucía y Grecia te recuerdan. ¡¡Arriba España!!». El artículo completo fue reproducido en el nº 93 de la Gaceta de la Fundación José Antonio Primo de Rivera, en un artículo que escribí y que titulé El crimen fue en Granada. Era el mismo título del poema que Antonio Machado dedicó al poeta granadino.
El poeta tenía que morir en Granada. Como en su elegía a doña Juana la Loca: «Granada era tu lecho de muerte, / los cipreses tus cirios, / la sierra tu retablo…».
(*) Artículo originalmente publicado en Nº 8 de "Desde la Puerta de El Sol". 5 de Diciembre 2017.
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