Decía
el religioso italiano David María Turoldo que «sin los poetas nadie hubiera
descubierto y comprendido esta misteriosa maravilla que es María». Quizá, por
eso, Miguel Hernández, aunque afiliado al Partido Comunista, no olvidó a la
Virgen porque le venía su recuerdo de cuando estudió en el colegio de Santo Domingo dirigido por los jesuitas,
donde llegó a alcanzar excelentes notas que le valieron para ser Príncipe, Edil y Emperador, títulos
éstos con que el colegio distinguía a sus alumnos más aventajados..
Este poeta, marcado por el dolor, nace el 30 de octubre de 1910
en la ciudad de Orihuela. El cabeza de familia se dedicaba a negocios de
ganado, principalmente de lanar y cabrío. Las cosas no iban mal por lo que
apenas cumplidos Miguel los cinco años ya comienza sus primeros estudios. Pocos
años después el poeta ya sabía lo que quería. No era otra cosa que escribir
poemas. Incluso consigue publicar el primero
en un medio escrito (en este caso en el semanario local El Pueblo de Orihuela), titulado Pastoril, que le sirve para abrir las
puertas de futuras colaboraciones en semanarios y revistas y para formar parte
de un pequeño grupo literario, donde se encontraba Ramón Sijé, que con el
tiempo se convertiría en uno de sus principales apoyos, hasta tal punto que «la
irrupción de Ramón Sijé en el círculo de amistades de Hernández fue
determinante para entender ciertos aspectos de su obra y de su personalidad».
Publica su primer libro Perito en lunas, cuya edición fue
costeada por el canónigo de Orihuela Luis Almarcha. Después un segundo, El silbo vulnerado, y, además, escribe
la pieza teatral, La danzarina bíblica,
sin abandonar su obra poética. Con este nuevo bagaje, con sus pocos ahorros, y
con la ayuda económica de amigos, viaja a Madrid. Se entrevista con José
Bergamín, que dirigía la revista católica Cruz
y Raya, y le promete editar su auto sacro adelantándole un dinero. No
vuelve, pues, de vacío a su tierra después de haber permanecido algo más de un
mes en la capital, a la que retornaría una vez finalizado el auto sacramental
que entrega a Bergamín, pero con nuevo título según sugerencia de éste: Quién te ha visto y quién te ve y sombra de
lo que eras. Por este tiempo, al volver de nuevo a Orihuela, lo que comenzó
con miradas furtivas, se convierte en una relación formal con aquella muchacha
que se llamaba Josefina.
En un nuevo viaje a Madrid conoce a
los poetas falangistas Luis Rosales y Luis Felipe Vivanco que intervienen en su
favor ante Federico García Lorca para que éste le ayude a estrenar su obra de
teatro, El torero más valiente, en
homenaje al torero Ignacio Sánchez Mejías; pero del poeta granadino no obtendrá
ningún tipo de respuesta. Con esta desilusión, pero sin dejarse vencer, retorna
a su casa donde le espera Josefina a la que no ha podido olvidar. Una vez
terminada su estancia en Orihuela, vuelve a Madrid donde se encuentra, una vez
más, con el rechazo de García Lorca a quien le desagradaba la presencia de
Miguel. Un pequeño incidente con la Guardia Civil que le detuvo por ir
indocumentado cuando paseaba a orillas del Jarama, hizo que afloraran las ideas
que le venía inculcando Pablo Neruda y decide afiliarse al Partido Comunista.
Después de haber publicado El rayo que no
cesa, la Elegía a su amigo Sijé,
y varias colaboraciones en la Revista de
Occidente y en Caballo Verde, Miguel
comienza a ser de sobra valorado hasta el punto de que Juan Ramón Jiménez le
dedica un extenso artículo en el periódico El
Sol.
Llega el verano y el aire que se
respira en la capital de España, tanto social como político, está muy
enrarecido. El poeta envía una carta a Josefina y le dice: «Están pasando
muchas cosas en Madrid estos días. Anteayer, cuando volvía de despedirme en la
estación de mi hermana Elvira que ya está en Orihuela, vi disparar a unos
guardias contra unos fascistas. Y ayer, cerca del restorán donde como,
estallaron cuatro bombas en una obra. Hay mucha gente parada, y los albañiles
sobre todo, que están en huelga mucho tiempo ya, están desesperados y con
hambre. Tengo ganas de que acabe todo esto, porque no va uno seguro por ninguna
parte». A partir de aquí los acontecimientos se precipitan y el 18 de julio da
comienzo un periodo triste para los españoles. Miguel sigue inmerso en un mar
de dudas y no sabe qué hacer. Por fin decide enrolarse en el Quinto Regimiento
y sale para el frente. Ingresa después en el batallón de El Campesino que le permite ir con frecuencia a Madrid, donde sigue
con sus contactos con gente de las letras lo que le sirve para enrolarse en la
1ª Brigada Móvil de Choque que era la encargada de la difusión de la cultura,
no incompatible con su nombramiento de comisario político. A pesar de los
momentos difíciles por los que se estaban pasando, todavía tiene tiempo de
acercarse a Orihuela y pedirle a Josefina que se casara con él, algo que consigue
el 9 de marzo de 1937 después de una boda civil.
La guerra va tocando
a su fin y decide pasar a Portugal donde llega en muy malas condiciones,
viéndose obligado a vender su reloj. Su aspecto levanta sospechas al comprador
temiendo que fuera robado y lo denuncia. La policía portuguesa lo detiene y lo
entrega a las autoridades españolas. Es entonces cuando comienza para él un
nuevo calvario, hasta que ingresa en la cárcel de Torrijos en Madrid, pero
contra todo pronóstico, el gobernador civil ordena su libertad que a todos coge
de sorpresa; era el 8 de septiembre de 1939. Regresa a Orihuela y una vez más
la mala suerte se cebaría en él porque es denunciado y vuelto a detener. Le
forman Consejo de Guerra el 18 de enero de 1940. El veredicto es de «pena de
muerte». A partir de aquí algunas personas se mueven para evitar un trágico
final, entre ellos el falangista Rafael Sánchez Mazas, que consiguen «conmutar
la pena impuesta por la inferior en grado» que serían treinta años. Desahuciado
dos años después por la grave enfermedad de tuberculosis, decide contraer
matrimonio canónico con Josefina, y «no lo hacía por proteger a su mujer, sino
porque jamás se desprendió de sus sentimientos religiosos». Fallecía en la
madrugada del 28 de marzo de 1942, siete días después de haber comenzado la
primavera.
A la figura de la Virgen María en su
belleza silvestre, presentada como la más hermosa flor del campo, compuso
Miguel Hernández este soneto:
¡Oh elegida por Dios antes que nada;
Reina del Ala, propia del zafiro,
nieta de Adán, creada en el retiro
de la virginidad siempre increada!
Tienes el ojo tierno de preñada;
y ante el sabroso origen del suspiro
donde la leche mana miera, miro
tu cintura, de no parir, delgada.
Trillo es tu pie de la serpiente
lista,
tu parva el mundo, el ángel tu
simiente,
Gloria del Greco y del cristal
orgullo.
Privilegió Judea con tu vista
Dios, y eligió la brisa y el ambiente
en que debía abrirse tu capullo.
Más sobre Miguel Hernández: El informe secreto de Falange. http://fundacionjoseantonio.blogspot.com.es/2013/10/el-informe-secreto-de-falange-falange.html
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