Mejor, llamémosolo esperpento. Respuesta a Javier Marías (Manuel Parra en xyzdiario.com el 23/5/2017)
Mi admirado Javier Marías publica, en El País del domingo 21 de mayo, uno de esos artículos que, entre bromas y veras, pasan tétrica revista al mundo en que nos ha tocado en suerte vivir, y saca la consecuencia de que todo semeja, como reza su título, una peligrosa parodia.
A muchos nos ocurre lo que él reconoce: tememos echarle un primer vistazo al periódico, pues, a pesar de saber por anticipado que siempre ha sido así y que las noticias buenas no son noticia, se nos ponen los pelos como escarpias y, lo que es peor, a veces se nos embota el corazón, y solo la capacidad de reflexión que dicen que nos distingue a los humanos palía los sobresaltos, las alarmas y los espantos.
La pluma de Marías es vitriólica, y no es para menos; de ella no se escapa nadie: desde Venezuela hasta Corea, desde EEUU a esta Europa que se empeña en negarse a sí mismo (más o menos como España); desde Rusia hasta Turquía…, todo es para nuestro escritor una parodia, es decir, una imitación burlesca (la RAE dixit) del propio mundo. Pero uno prefiere atribuirle la calificación valleinclanesca de esperpento, es decir, un reflejo deformado de los héroes clásicos en los espejos cóncavos. Solo que don Ramón asignaba esta dudosa cualidad a la España de su tiempo, y, en realidad, es el mundo entero globalizado, sometido a un Sistema y un Pensamiento Únicos el que se pasea por el Callejón del Gato.
Incluidos, claro, nosotros, los españoles, porque estamos integrados, de hoz y de coz, en esa mundialización totalitaria. No lo reduzcamos a los saqueos de las empresas públicas de Madrid, pues me parece que en todas las Comunidades y en todos los partidos y sindicatos han crecido suficientes habas en cuanto a esto y a otras cosillas igualmente esperpénticas. Por ejemplo, el “y bueno, en Cataluña…”, con el que despacha D. Javier la situación en mi tierra podría alargarse al infinito y dar pie a multitud de artículos tan o más vitriólicos que el suyo.
Si será valleinclanesca la situación que el propio articulista no consigue zafarse de ella, al comparar -según un manido tópico de que han hecho gala la diestra y la siniestra españolas- a Podemos con esa Falange que él considera fenecida sin precisar.
Si algo ha existido en la España contemporánea que intentaba superar lo grotesco, lo zafio y lo esperpéntico, ha sido precisamente el falangismo joseantoniano; especifico el apellido porque otras imitaciones y derivaciones sí admitirían el nombre de parodia.
La elegancia y el rigor intelectual de José Antonio Primo de Rivera no tiene nada que ver con el revolucionarismo cuasi infantil del partido morado, del mismo modo que la excelente poesía sin odio contenida en el Cara al Sol, y reconocida por propios y extraños, poco tiene que ver con esa otra, también poesía, pero que encierra la amenaza del puño cerrado.
Habría que preguntarse, en todo caso, sobre las causas de que casi cinco millones de españoles indignados o a punto de indignarse hayan depositado sus esperanzas y sus votos e otra aventura esperpéntica cual la de Podemos. Quizás porque el mismo Sistema, que hace burla constante del falangismo, -parafraseando al profesor Muñoz Alonso- tiene ahora que comer a precios prohibitivos el pan negro que le ofrece Pablo Iglesias por no haber querido comprar a precio justo la levadura espiritual y política ofrecida por José Antonio.
LA PELIGROSA PARODIA
(Javier Marías en El País Semanal el 21/5/2017)
Hace ya tiempo que temo echarle el primer vistazo al periódico de la
mañana. Uno va de sobresalto en sobresalto, de noticia en noticia alarmante
cuando no espantosa. Ya sé que siempre ha sido así; que las noticias buenas no
son noticia y que lo que la gente desea por encima de todo es indignarse y
escandalizarse. Y este deseo no ha hecho sino ir en aumento desde la aparición
de las redes sociales y la dictadura de la exageración en el periodismo. Pero
basta retroceder unos meses para recordar que la situación del mundo no era tan
delirante con Obama en la Presidencia, con el Reino Unido integrado en la Unión
Europea, con Venezuela sin golpe total de Estado ni tantos muertos en las
calles (los golpes de Chávez eran graduales), con Francia sin elecciones
deprimentes, con Turquía sin absolutismo y represión feroz, con Egipto sin lo
mismo.
Miro la primera plana del diario, ya digo, y lo único que me
reconforta (me imagino que no soy el único) es el aspecto paródico de cuanto
acontece, y que me impide tomármelo del todo en serio. Todo tiene un aire tan
grotesco que cuesta creer que sea cierto y no una representación, una
pantomima, una sátira. Veamos. Hay un país, Corea del Norte, que amenaza con
lanzar bombas nucleares cada semana, y puede que tenga capacidad para ello.
Pero las escasas imágenes que de allí nos llegan son dignas de una historieta
de Tintín, con un sátrapa pueril y orondo que aplaude como un loco sus propios
lanzamientos de misiles fallidos y obliga a desfilar a sus súbditos como a
soldaditos de plomo. El objeto de sus amenazas es un Presidente de los Estados
Unidos igualmente pueril e idiota, además de antipatiquísimo y nepotista, capaz
de decir ante la prensa que ha lanzado un ataque contra Irak cuando lo ha
lanzado contra Siria, de invitar a su homólogo de Filipinas, Duterte, que desde
que fue elegido –elegido– ha ejecutado extrajudicialmente a unos siete mil
compatriotas –siete mil– y se jacta de haberse cargado él en persona a tres de
ellos. Este Duterte, por cierto, le ha contestado a Trump que ya verá, que anda
ocupado (se entiende: asesinar a millares desgasta, y si no que se lo pregunten
a los nazis y a los jemeres rojos). Trump también declara que se sentiría “muy
honrado” de charlar con el sátrapa orondo, y nada ocurre. Erdogan, en Turquía,
con el pretexto de un golpe contra él, tan fallido como dudoso, ha encarcelado
o destituido a ciento cincuenta mil ciudadanos –ciento cincuenta mil–, de
militares a periodistas y profesores. No sé, de haber habido tantos partidarios
del golpe, éste no habría fracasado tan rápida y rotundamente.
CASI EL 40% DE LOS FRANCESES HAN VOTADO A UNA SEÑORA A LA
VEZ BRUTA Y TRAPACERA, MARINE LE PEN, QUE SIMPATIZA CON LA FRANCIA
COLABORACIONISTA DE LOS NAZIS
Luego está Putin, admirado por la extrema derecha y por la
extrema izquierda, un megalómano propenso a fotografiarse con el torso desnudo
o derribando a un tigre con sus propias manos, estilo paródico de trazo grueso.
Y así nos acercamos a Europa, donde casi el 40% de los franceses han votado a
una señora a la vez bruta y trapacera, Marine Le Pen, que simpatiza con la
Francia colaboracionista de los nazis (niega esa colaboración, luego el
Gobierno de Vichy era intachable) y rechaza a los refugiados porque en seguida
quieren robarle a uno la cartera y el papel pintado de las paredes (sic: hace
falta estar sonado para creer que a alguien le interesa su papel pintado). A
esa señora no la ven con muy malos ojos el candidato Mélenchon, admirador
confeso de Hugo Chávez y Pablo Iglesias, ni la mitad de sus votantes. En
Inglaterra gobierna una mujer desagradable, patriotera y cínica, que antes de
la consulta del Brexit defendía la permanencia en la UE y ahora brama contra lo
que le parecía de perlas hace menos de un año. Su Ministro de Exteriores es un
histriónico clon de Trump con estudios, Boris Johnson. De Polonia y Hungría no
hablemos, países en la senda de Turquía y Egipto, sólo que cristianos.
En cuanto a España, el ex-Presidente de Madrid –el
ex-Presidente– saqueaba presuntamente empresas públicas, y su madrina Aguirre
estaba in albis, como el jefe del Gobierno Rajoy, que nunca se cansa de soltar perogrulladas.
En el PSOE parecen detestarse mucho más entre sí que a cualquier adversario
político, y por último hay un partido que se proclama de izquierdas, Podemos, y
que es lo más parecido a la Falange desde que feneció la Falange: sólo le falta
sustituir el vetusto himno de Quilapayún en sus mítines por el más vetusto Cara
al sol, y le saldrá el retrato. Y bueno, en Cataluña hay también una serie de
personajes tintinescos que proclaman que sus sueños van a realizarse por las
buenas o por las malas. Porque a ellos les hacen mucha ilusión y eso basta.
Sí, todo desprende tal aroma de sainete, de opereta bufa, de
esperpento o de lo que quieran, que eso es lo único que a muchos nos salva de
la desesperación cotidiana. El problema aparece cuando uno ve imágenes de las
arengas de Hitler y de Mussolini. Porque ellos parecían aún más paródicos que
los gobernantes actuales, y ya conocen la historia.
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