En homenaje reproducimos el artículo que ha escrito Manuel Parra y divulgado por la Hermandad Doncel.
LA
MOTO DE QUINITO
Hoy, 8 de mayo de 2014, ha muerto Joaquín Fernández Fernández,
Quinito: falangista, Oficial Instructor del Frente de Juventudes, Doctor en
Económicas, antiguo Jefe Provincial de la OJE de Barcelona, ex Decano de la
Facultad de Empresariales… y un montón de cosas más, de esas que llenarían con
delectación una página entera en las esquelas de los señores de derechas.
Temprano me ha llegado la noticia (han resonado en mi mente los versos del
poeta: “Temprano levantó la muerte el vuelo, temprano madrugó la madrugada…”)
y, junto al dolor por el fallecimiento de mi amigo y camarada, el consuelo que
me da la fe de que algún día nos reencontraremos en el Campamento Celestial,
bajo el mando del Padre todo bondad. Como dicen que ocurre en la propia muerte,
he visionado, como en una película, diversas escenas de anécdotas, de las
muchas que viví con él: charlas y conferencias, cursos de cooperativismo
escolar y juvenil, mutuas presentaciones de libros, sus chistes, muchos
chistes…, y un sinfín de ocasiones de lo que se llamaba antiguamente contraste
de pareceres, y que consistía en dialogar calmada y amistosamente cuando no
estábamos de acuerdo en algún matiz, porque en lo esencial siempre
coincidíamos.
Pero, de todas las anécdotas, dos me han quedado grabadas a fuego: la primera,
una soberbia lección de estilo que me dio cuando yo era un ardoroso mandillo y
él Jefe Provincial; ahórrenme los detalles: solo diré que me enseñó para
siempre en conciliar la dureza de la crítica a las ideas y el respeto a la
dignidad del ser humano, hasta la de los más ruines o tontos.
En la segunda anécdota colaboró una Vespa que él conducía en los años 60. En el
curso de una marcha por etapas de mi curso de Jefes de Centuria, las llagas de
mis pies convertían la andadura en un suplicio; un jovial Instructor, profesor
del curso en cuestión, me subió de paquete en la moto y me llevó al lugar de
acampada por senderos abruptos y torrenteras, en las que yo me encomendaba a
todos los santos.
Desde entonces, Quinito ha puesto sus motos -sus profundos conocimientos, su
consejo, su sentido del humor, su mano de ayuda, su abrazo fraternal, su
capacidad de reflexión, su humildad, su pedagogía…- al servicio de sus
camaradas y conocidos, incluso de sus adversarios en ideas, a los que nunca
regateó su amistad personal, como otra lección de estilo falangista.
Colaboró activamente con la OJE del siglo XXI y, especialmente, con nosotros,
los Veteranos; así -como muestra un botón- se apresuró a enviarnos no hace
mucho sus colaboraciones de buen economista (¡tan bueno que hasta se le
entendía perfectamente!) y de europeísta convencido para nuestro Foro de este
año sobre la unidad de Europa y los jóvenes. Su magisterio -últimamente solo
por correo electrónico- nunca cesó, siempre planeaba sobre nosotros y, aunque
nos faltaba su voz, no así su palabra.
Seguro que, desde el Cielo, Quinito va a interceder por nosotros, como si se
tratara de una moto más para aliviar el camino. Sus amigos y camaradas lo
recordaremos en nuestras oraciones y mantendremos siempre vivo su recuerdo de
hombre de bien, de andaluz con gracejo, de su profunda camaradería, de su rigor
intelectual, de su camaradería, de su amistad. En suma, siempre estará presente
entre nosotros.
MANUEL PARRA CELAYA
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