(Pepe Cala)
-¿Cómo llegan los Fontquernie a Sevilla?
-Mi madre, barcelonesa, tenía una prima hermana en Sevilla, Pepita Dupont. Vino a verla y conoce a mi padre, que en la guerra voló en los Junkers y los Saboya de la fuerza de italianos y alemanes.
-¿Qué tiene de catalán?
-Me considero un catalán nacido en Sevilla. Los barceloneses, como los bilbaínos, nacemos donde queremos. Lo que pasa es que Cataluña está ahora envenenada por las malas hierbas que estamos abonando.
-¿A Griñán le pusieron José Antonio por Primo de Rivera?
-Supongo. Estaba de moda. Pero ya lo dice él: "Llamadme Pepe".
-Como usted, Pepe Cala.
-Mi abuelo paterno era de Jerez. Graciliano Cala de la Barrera. Durante catorce años, entre las dos guerras mundiales, trabajó con los vinos en el puerto de Le Havre. Tenía una casa en Sevilla, en la calle Jesús del Gran Poder, con comedor de invierno y comedor de verano.
-¿Y la familia materna?
-Mi abuelo, Mauricio Fontquernie Vila, fue fundador del Barça y se dedicaba a los tejidos. Mi abuelita Cecilia, su mujer, tenía una tienda de antigüedades en París.
-¿Siempre ha vivido en Sevilla?
-Mi padre fue seis meses gobernador civil de Huelva y entre 1957 y 1962 vivimos allí.
-¿Cómo es la Sevilla a la que vuelve ese año?
-Llegamos en verano. Salía con mi madre a la cafetería Riviera, que la llevaba un catalán. Todavía Sevilla era Sevilla, no se había iniciado el proceso de destrucción. Aquí la guerra duró muy poco, pero la paz hizo más estragos que los bombardeos en otras ciudades. Me refiero a los especuladores, la ignorancia, la incultura. A tantos edificios regionalistas demolidos. Entonces era una Sevilla amable, provinciana, pacífica.
-¿No volvió a salir?
-He vivido temporadas en Jerez, en la casa de tres tías-abuelas solteras hermanas de mi abuelo Graciliano. Fui al colegio allí.
-¿Qué estudió?
-Derecho, como mi padre, pero yo no ejercí. Era la época de los grandes maestros. Pelsmaeker, Lojendio, Cossío. Olivencia traía a clase el Código de Comercio de Mussolini. Él y Navarrete se casaron con alemanas.
-¿Era cantera de políticos?
-La gente de izquierdas, los progres, iban a Filosofía. Derecho era de derechas, salvo el reducto de Derecho del Trabajo, donde veías a Felipe González mariposeando con su traje de pana. Parecía un cantante, como Camilo Sesto.
-¿Por qué no fue abogado?
-Saqué en propiedad la plaza de profesor titular de Política en Alcalá de Guadaíra. Sólo estuve un curso, porque Adolfo Suárez, el mismo que legalizó un Sábado Santo al Partido Comunista, nos dejó tirados a los suyos. A nosotros y a la Sección Femenina.
-¿Aquí se pasó de la Sección Femenina a la Sección Feminista?
-Aquellas mujeres hicieron una obra gigantesca en una España irredenta,en las zonas rurales. No se les ha reconocido; al contrario, han sido objeto de infamias y calumnias, pero ante Dios y ante la historia no hay héroes anónimos.
-¿Qué artistas le influyen?
-Desde las cuevas de Altamira hasta el grupo de Cuenca.
-¿Habla catalán?
-En Sevilla, conmigo mismo. Mi madre siempre me habló en catalán, que ha convivido perfectamente con la lengua española. Ahora es cuando no conviven y se prohíbe la lengua común.
-¿Le gusta la nova cançó?
-Vi un concierto de Ovidi Montllor en Derecho. Me gustaba mucho Sisa. Lo vi cantar en Celeste, una sala del Barrio Gótico de Barcelona.
-Ha sido bibliotecario del instituto San Isidoro...
-Desde 1981 hasta 2004.
-¿Qué libros le han marcado?
-Eso es muy reduccionista.
-¿García Márquez?
-¡No!
-¿Saramago?
-¡No!
-¿Alguno que sí?
-Tantísimos. Son incontables. Me reconozco en El árbol de la ciencia de Pío Baroja. Un vasco tan español, ¿verdad?.
-Como Unamuno...
-Precisamente por eso. Son españoles porque son vascos.
-¿Igual los demás somos menos españoles?
-Los sevillanos, por ejemplo, son muy nacionalistas. La Sevilla ciudad es más nacionalista que los vascos o los catalanes. Son muy ombliguistas, muy suyos. Sevilla es una de las ciudades más incultas de España. No lo digo yo, lo decía don Antonio Machado: desprecia cuanto ignora. Aquí la gente no ha ido más allá del Rocío y Matalascañas. Los emigrantes, porque no tenían más remedio.
-¿Su Sevilla ideal?
-Heliópolis. Íbamos en verano. Pasábamos el invierno en San Lorenzo y el verano en Heliópolis. En ese tiempo, la gente veraneaba en Nervión, en Castilleja de la Cuesta. No había esos disparates exóticos. Veraneaban en Heliópolis. Con la playa de María Trifulca, un lugar non sancto. Yo ni fui ni me asomé.
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